Archivos por mes: marzo 2017

  Al notar que su madre yacía varios días en el suelo  de su habitación, salió gateando hambriento por la puerta trasera de la casa. Desde una pequeña loma  del bosque, el bebé y los cachorros amamantan, mientras los aullidos de la loba rompen el silencio de la noche.

(…)

¡Corramos rápido, los secuestradores de letras están muy cerca! ¡No h y  tiemp  qu  perd r!

¿ Con que haplicacion corrigo los herrores hortograficos ?

  Caminaban ocultándose entre el gentío,  cada uno  por su lado, siempre mirando al piso y esquivando las miradas. Hasta que se animaron. Se miraron y sonrieron; se gustaron y conectaron;  se encendieron y sonrojaron. Se dieron media vuelta y  corrieron  en distintas direcciones con la cabeza inclinada hacia el suelo. Estas dos medias naranjas nuncaSigue leyendo «Timidez»

  Desde la primera mirada noté tu timidez, pero aún me gusta y me enloquece, ahora que estás más cerca, te daría un beso en la frente, pero me asusta verte así;  pálida y  bajo el agua.

Caía desde el veinteavo piso dando vueltas en el aire. Salió volando su sombrero, luego su camisa, correa y posteriormente el pantalón. Quedó desnudo tendido en el pavimento, aunque aún tenía puestas las medias. Miró tras los lentes muy avergonzado, pues era Clark,  mi compañero del diario,  me dijo al oído que había olvidado  ponerseSigue leyendo «Súper caída»

Permaneció sentada  en su cama, el  corazón le golpeaba fuertemente el pecho. Se fue tranquilizando al no ver nada en su habitación, poco a poco  fue cerrando los ojos, arrullada por el canto de unos pequeños hombrecitos que se iban acercando a su cuello.

Había permanecido dos meses encadenado sin probar ningún alimento. Además fue golpeado, quemado y hasta le cortaron la lengua para no dar a conocer con el paradero de los macabros malhechores.  Luego de cobrar la recompensa y dejarlo  en libertad, identificaron en  pocos minutos,  a toda la banda de secuestradores del  más grande retratista deSigue leyendo «Identikit»

Ella yacía boca abajo en el pavimento. Transeúntes se hacían a un lado y me miraban por compasión. Esperé inmóvil al pie de su cuerpo toda la tarde. Luego que el cielo se tiñera de un color violáceo, cerré los ojos y recordé nuestros mejores momentos, las lágrimas enfriaron mi rostro. Al abrirlos ya eraSigue leyendo «Sombra»